Esta noche te he visto luna, gitana mía,
con brillo de amor en la mirada,
brillo que se refleja en tu cara,
blanca como la pura nácar y espejo en el que tú, luna,
me devuelves la mirada.
Mirarte me fascina
y tu luz en la noche oscura me hechiza
porque eres, luna, como mujer, coqueta,
y tu forma cambia como cambia la veleta
que el viento guía, pero siempre tu presencia,
tu magia eterna y cambiante,
me inspira sentimientos de poesía.
Huyes, luna, de mi vista, escondida
entre nubes que insinúan tu ausencia,
pero en mi mente sigue tu presencia,
ésa que me inspira y me lleva al mundo
en el que tu brillo invade mis sentimientos
y tú, juguetona luna coqueta, te haces dueña de ellos.
¿Quién te traicionó, luna,
y abandonada te dejó en ese oscuro firmamento,
donde sigue brillando tu luz en la noche infinita, buscando ese amor?
Amor traicionero, amor que te olvidó.
No llores, luna, ni te sientas sola,
que el brillo de tu mirada y la magia de tu hechizo
alimentan el alma de los poetas, desde que el mundo ha sido,
y ellos, sin premisas ni condiciones, su amor te han rendido,
convirtiéndote así, luna, gitana mía,
en el alma de la poesía.
No puedo dejarte esta noche, luna,
ni quiero perder el fulgor de tu mirada.
Te seguiré en tu eterno peregrinar
y estaré a tu lado hasta que el alba, traidora,
me robe tu mirar.