Mi cuerpo es una duna que avanza muy despacio
de cálida y dorada arena, por mis dedos
se enredan juguetones zarzales y un lagarto
se duerme agazapado, recogido y sereno.
El sol dora mi alma que alegre y placentera
se aleja de las sombras de los días nublados,
y en las profundidades limpios ríos de plata
caminan hacia un mar inmenso y sosegado.
Y un día muy lejano, en la primera línea
podré mirar las olas frente a frente, la sal
me rozará los labios, y una süave brisa
me traerá los sonidos azules de ultramar.